El adecuado cuidado de la piel no depende únicamente del uso de productos, sean o no naturales; mantener buenos hábitos es aún más importante que las mascarillas o las cremas.
Cuidar y mantener la piel de la cara en buen estado no sólo es relevante para la estética sino que también previene la aparición de acné, infecciones y lesiones. En consecuencia, resulta muy recomendable seguir los consejos que plantearemos en este artículo.
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¿Qué es la piel?
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano: recubre la mayor parte de nuestro organismo, protegiendo los huesos, los músculos, los ligamentos y los órganos internos. Además sirve como primera barrera inmunitaria contra las enfermedades provenientes del exterior.
Otras funciones de la piel incluyen la regulación de la temperatura, el aislamiento térmico, la excreción de sudor, el control de la pérdida de líquidos y la percepción táctil, puesto que este órgano contiene terminaciones nerviosas que detectan sensaciones como la presión, la vibración, el calor o el daño en los tejidos corporales.
La piel está formada por tres capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis. La capa exterior o epidermis nos protege de infecciones, mientras que la dermis amortigua la tensión y los golpes. La hipodermis es una capa interna de grasa, elastina y tejido conectivo que conserva el calor.
¿Cómo cuidar y embellecer la piel de la cara?
A continuación encontrarás 10 consejos básicos para cuidar y embellecer la piel de la cara y del resto del cuerpo, relacionados principalmente con la adquisición de hábitos saludables. Esperamos que te sean útiles.
Muchos de los hábitos positivos que mencionaremos son beneficiosos para el cuidado de la cara pero también para el resto de la piel. Además resultan saludables a nivel global, teniendo múltiples beneficios para nuestro organismo.
Es importante determinar si nuestra piel es grasa, seca, mixta o normal antes de escoger los productos e instrumentos que utilizaremos, puesto que los cuidados más adecuados para la piel pueden variar en función de sus características.
1. Lavarla e hidratarla con frecuencia
Se recomienda lavar la cara y el cuello al menos dos veces al día: una al levantarse y otra antes de acostarse. Si hemos usado maquillaje hay que lavarla dos veces si es necesario para eliminar todos los restos. Es mejor usar agua templada porque la caliente puede resecar la piel.
Para secarnos podemos darnos toques con una toalla seca, aunque si la piel queda un poco húmeda absorberá el agua y se rehidratará, lo cual tiene efectos positivos.
Es mejor usar crema hidratante después de lavar la piel, cuando aún está húmeda, al menos dos veces al día. El tipo de producto que más nos convenga dependerá de si tenemos la piel más bien grasa o seca.
Se recomienda usar una crema hidratante ligera durante el verano y si nuestra piel es grasa. Asimismo hidratarse es especialmente importante para personas de piel seca.
2. Exfoliarla cada semana
Si exfoliamos la piel de la cara una vez a la semana le daremos un tacto suave y eliminaremos las células muertas. Las personas con pieles más secas y sensibles pueden exfoliar su rostro con menos frecuencia.
La piel de la cara es más delicada que la de la mayor parte del cuerpo, por lo que debemos usar instrumentos más suaves para exfoliarla. Así, puede ser más recomendable usar esponjas que cepillos, especialmente si nuestra piel es muy sensible.
3. Usar mascarillas naturales
Existen muchos tipos de mascarillas con propiedades diferentes: hidratantes, exfoliantes, limpiadoras… Se recomienda usarlas una o dos veces a la semana, preferiblemente después de exfoliar la piel.
4. Protegerla de los rayos solares
El contacto directo y excesivo con los rayos ultravioleta del sol puede ser dañino para las células de la piel, especialmente a mediodía y en verano, cuando la luz es más intensa.
El uso de protector solar o cremas hidratantes que lo contengan puede ayudarnos a prevenir quemaduras, manchas y el envejecimiento prematuro de la piel.
5. Tener precaución con el maquillaje
El maquillaje más adecuado depende de nuestro tipo de piel. Se recomienda usar polvos para la piel grasa y maquillaje en crema en caso de que sea seca. Hay que maquillarse después de aplicar la crema hidratante de día.
Es muy importante lavarse la cara después de usar maquillaje. Además hay que procurar no maquillarse al menos uno o dos días a la semana para que la piel descanse.
Si lavamos regularmente los instrumentos que usamos para maquillarnos podremos prevenir en mayor medida la aparición de acné y otras reacciones de la piel.
Es altamente recomendable evitar productos que contengan parabenos, propilenglicol, ftalato y lauril sulfato de sodio puesto que son agresivos para la piel, especialmente si es sensible.
6. Dormir entre 7 y 9 horas al día
Dormir adecuadamente de forma regular previene la aparición de arrugas, ojeras e hinchazón de los párpados. El sueño reparador también puede reducir estos problemas estéticos cuando ya se han desarrollado, mejorando el aspecto de la piel, además de ser beneficioso para la salud a nivel global.
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7. Llevar una dieta saludable
Las grasas trans artificiales y los carbohidratos y azúcares refinados envejecen la piel. Debemos comer preferentemente alimentos con grasas saludables, como los ácidos grasos monoinsaturados y omega 3, que se encuentran en el pescado azul o las almendras.
Las verduras y las frutas contienen muchas vitaminas y antioxidantes con efectos beneficiosos para la piel y para el cuerpo en general. Para cuidar la piel son especialmente buenos los vegetales de hoja verde, los cereales integrales, los tomates, los aguacates y las zanahorias, entre otros.
Por otra parte, si consumimos poca agua nuestra piel puede resecarse y es más fácil que aparezca acné, por lo que es recomendable beber unos 8 vasos al día.
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8. Hacer ejercicio regularmente
Las personas que hacen ejercicio de forma habitual mejoran su salud en muchos sentidos. Se recomienda hacer actividad física moderada unos 5 días a la semana durante al menos media hora.
El ejercicio favorece que el oxígeno y otros nutrientes lleguen a la piel porque mejora el riego sanguíneo. Además, al sudar eliminamos toxinas de la piel, limpiandola de impurezas.
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9. Reducir el estrés
El estrés consiste en una activación fisiológica continua que modifica el funcionamiento y los ritmos naturales de nuestro organismo. Además de ser una experiencia desagradable, si se mantiene a largo plazo deprime nuestro sistema inmunitario, haciendo que enfermemos con mayor facilidad, y aumenta el riesgo de sufrir problemas del corazón.
Además, el estrés puede hacer que aparezcan acné, erupciones, inflamación y escamación en la piel, entre otras alteraciones.
El ejercicio regular reduce los niveles de estrés. En este sentido no es necesario que sea muy intenso, sólo lo suficiente como para relajarnos. Dos técnicas muy eficaces para aliviar el estrés son la relajación muscular progresiva y la respiración lenta y profunda. La meditación o el yoga pueden ser igualmente efectivas para relajar la mente y el cuerpo, en función de la persona.
10. Evitar el tabaco
Fumar no sólo aumenta el riesgo de contraer enfermedades respiratorias, coronarias y cáncer, sino que también reseca la piel y puede provocar problemas severos de acné. El tabaco es dañino para el colágeno y la elastina, que proporcionan resistencia y elasticidad a los tejidos, respectivamente.
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